¿Qué le pasa a mi adolescente?

¿Qué le pasa a mi adolescente?

Episodio 6: ¿Qué le pasa a mi adolescente?

Probablemente te has preguntado esto un millón de veces: ¿Por qué me habla así, de ese modo? como si yo fuera su enemiga pública nº1…

Según la neurociencia, a medida que crecemos, vamos sufriendo cambios en nuestro cerebro. Te explico a continuación sus e partes más importantes para que puedes dejar de preguntarte, ¿qué le pasa a mi adolescente?

  1. Rectiliana: la más primitiva. Muy parecida a la estructura cerebral de los reptiles, por eso se llama así. Aquí tienen lugar los impulsos y su función es sobrevivir. ¿Sabes cómo lo hace? atacando, huyendo o defendiéndose.
  2. Límbica: la que siente. La responsable de la vida afectiva, el contacto con los demás y la pertenencia a un grupo humano. Además de regular las emociones, todo lo que sucede en esta parte afecta a la memoria y al aprendizaje. –Dentro está la amígdala, que después te contaré en profundidad qué función tiene–.
  3. Neocórtex: la que piensa y nos distingue del resto de mamíferos. La responsable del pensamiento, razonar, memorizar, crear y aprender.

De los 5-6 años a los 16-17 años, se da lo que se denomina la «poda neuronal», que selecciona las neuronas que más ha utilizado y las que no, las desecha. Esto hace que se empiece a formar la personalidad del niño o adolescente, que curiosamente no coincide con su identidad, ya que actúa de una manera y siente de otra.

¿Qué papel juega la amígdala en el cerebro de mi adolescente?

Uno muy importante. La amígdala es una estructura que tenemos en el lóbulo temporal –los mamíferos– formada por diferentes núcleos y tradicionalmente relacionada con el sistema emocional de nuestro cerebro.

Se encuentra por debajo de la corteza cerebral, y en la adolescencia esta «señorita» es el motor de nuestras emociones, en concreto de la ira y la rabia, aquellas que se expresan mediante un impulso. Por eso, cuando tu adolescente se enfada, no está siendo racional, no usa la razón.

No lo hace de manera consciente, por eso cuando le preguntes, te dirá: –Mamá, si yo no lo hago aposta. No sé por qué lo hago–. Y no te miente, en realidad lo hace de manera totalmente inconsciente.

En este momento en el que te está chillando y tu reacciones de la misma manera, chillando: –¡Tú no me vas a faltar al respeto que soy tu madre! ¿Pero tú quién te crees que eres?–, su cerebro, su nervio auditivo y su nervio óptico captan la agresividad del conflicto y la amígdala hace clic y se activa.

Devuelve un feedback totalmente calmado

En este tipo de situaciones, lo mejor que puedes hacer es devolverle un feedback totalmente calmado. Sé que es difícil, porque en ese momento se activan todas tus creencias, tus recuerdos de cómo te han educado o incluso te viene a la mente tu madre o padre diciendo: –Hija ¿vas a consentir que te hable así?–

Te he contado todo esto para que entiendas que tu adolescente no es consciente de sus malos modos porque está secuestrado por su amígdala, que lo deja en estado de shock y por eso ¡boom!, tiene una respuesta descontrolada.

No pienses que te está atacando, mírale y piensa en cómo se siente y qué necesita. La energía y las emociones que tú le transmites en ese momento, hacen lo que se llama el efecto espejo, por eso la mejor decisión que puedes tomar es desde la calma.

 

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